2019, el año que nunca existió

Fotografía: © M.M.Capa

Planeta Mar, año 2020 d.C. (calendario humano). El peligroso espécimen Donald Trump inicia su segundo mandato como presidente de la mayor potencia de este mundo, aún absurdamente llamado Tierra por sus habitantes. El Reino Unido está a punto de dejar de serlo, ya que el fenómeno denominado Brexit ha provocado las independencias de Escocia e Irlanda del Norte, que han decidido sabiamente dejar de ser británicas para continuar siendo miembros de la Unión Europea (por cierto, uno de los mayores logros de la historia de la humanidad y una de sus escasas esperanzas de futuro). La subida de las aguas hace ya imposible caminar por Venecia y países enteros como Holanda se hunden cada vez más en el mar, mientras los humanos siguen sin aclararse sobre su futuro energético. Conclusión: solicito extracción inmediata para reiniciar la búsqueda de vida inteligente en otros mundos.

 

Tranquilos: quien escribe esto no es del todo alienígena (seguro que algo de ADN humano aún me queda), ni estamos ya en un casi apocalíptico año 2020 después de un 2019 que nunca existió. Pero sí que existe y ahora comienza, porque el inevitable devenir del tiempo destaca entre las muchas cosas que los humanos aún no pueden alterar. Así que este año nuevo 2019 quizás evite, al menos en parte, la aterradora distopía que acaban de leer y que les llevaría a escapar conmigo en mi nave espacial (que, por cierto, no es de gasolina, ni diésel, ni eléctrica, sino propulsada por vientos de iones; además, al contrario que el Arca de Noé, en ella no cabe una pareja por especie).

Pero antes de despegar hacia otros mundos, iniciemos una travesía más realista a través de este prometedor año nuevo.

El declive de Trump

Hace un año, por estas mismas fechas y en estas mismas páginas de HISPATRADING, decíamos que 2018 sería el año cero después de la postverdad y que estaría marcado por el principio del fin del nocivo Donald Trump. Y el triunfo del Partido Demócrata, al recuperar el control del Congreso en las elecciones de medio mandato del pasado 6 de noviembre, confirma esta tendencia. Aunque Trump aún se está librando del impeachment que se tiene tan merecido por ser un auténtico traidor a su país (la trama rusa y otros escándalos acabará estallándole en la cara), ahora está más cerca de él. Y si en 2019 los congresistas demócratas, e incluso algunos republicanos, no logran expulsar a este tipo de la Casa Blanca, será por poco y, en cualquier caso, quedará muy tocado de cara a las elecciones presidenciales de 2020.

Es verdad que cierto cerril electorado quizás siga votando contra sí mismo al volver a apostar por este tipo inmaduro e inmoral que está haciendo un agujero a las economías estadounidense y global. Y lo está haciendo sin, además, conseguir poner en marcha ninguna de sus promesas electorales: el estúpido eslogan America first ya ha demostrado ser un fraude, a medida que la influencia de Washington retrocede ante la de China, Rusia e incluso la Unión Europea; su intento de tumbar el Obamacare se ha quedado a medias y su rebaja fiscal a los ricos y a las sociedades (cuyo impuesto bajó del 35 al 21 por ciento) no ha conseguido aumentar las inversiones empresariales, sino, como ha señalado el Premio Nobel Paul Krugman (véase su artículo en “El País”, 18 de noviembre de 2018), ha servido para algo bien distinto: “Las multinacionales han utilizado los beneficios de la bajada de impuestos para recomprar acciones”. Se confirma así el hecho de que bajar impuestos a las sociedades no provoca automáticamente una expansión económica, mientras que subirlos tampoco provoca una recesión.

En cualquier caso, el impacto global de Donald Trump en la economía es absolutamente recesivo (algo paradójico, cuando él mismo se vende como hombre hecho a sí mismo y empresario de éxito… olvidando que es poco más que un rico heredero convertido en especulador). Las estúpidas guerras comerciales que ha desatado con casi el resto del mundo se han convertido en uno de los principales congeladores del crecimiento mundial: la OCDE anunció en noviembre que la economía global crecerá un 3,5 por ciento anual en 2019 y 2020, frente al 3,7 de 2018; su previsión para la eurozona es del 1,8 por ciento para 2019 y el 1,6 en 2020, frente al 1,9 de 2018. Y coincide con el FMI (que reduce el crecimiento USA al 2,3 por ciento en 2020, frente a las tasas actuales superiores al 3 por ciento) en que este enfriamiento se debe en buena parte a las guerras comerciales, sin olvidar los efectos de la subida de tipos por parte de la Reserva Federal americana (del 0,25 por ciento en 2015 al 2,25 actual) y de la menor oferta de liquidez por parte del Banco Central Europeo, que quizás acabe subiendo también sus tipos en el tercer trimestre de 2019. Otro informe del FMI acaba de alertar frente al fuerte crecimiento de los créditos apalancados, que vuelve a poner en riesgo el mercado financiero global, algo en lo que Donald Trump también ha cooperado, al congelar las moderadas reformas financieras iniciadas tras la crisis de Lehman.

Otro de los efectos más absurdos de la era Trump es que, pese a su decida apuesta por el gasto militar, el America first también es mentira en este ámbito: un panel de expertos elegidos por el Congreso USA (seis republicanos y seis demócratas) acaba de dictaminar que “la seguridad nacional de Estados Unidos está ahora en mayor peligro que en ningún momento de las pasadas décadas”, por culpa de “la disfuncionalidad política y las malas decisiones tomadas por ambos partidos políticos”. Y mientras, el comandante en jefe se entretiene enviando al ejército a las fronteras, junto a ese muro con el que aún sueña pero que, con los demócratas controlando el Congreso, quizás acabe convertido sólo en un inservible monumento virtual a la estupidez de su promotor.

La vacuna del Brexit

Entre las otras estupideces que comentábamos hace ahora un año figuraba, cómo no, el Brexit. Nuestro pronóstico era que 2018 lo convirtiera en el Regrexit, es decir, en una marcha atrás. No ha sido así, pero apenas por unos meses. Con la cantidad de mentiras que Theresa May ha soltado para intentar convencer a los británicos de que el llamado Brexit blando es la mejor solución posible, tenemos en 2019 la última oportunidad para que el Reino Unido convoque por fin el ansiado segundo referéndum y dé marcha atrás antes de que Escocia e Irlanda del Norte aceleren su ya anunciada marcha adelante hacia la independencia, para seguir siendo Unión Europea pese a la incompetencia de los políticos de Londres.

Porque ha quedado demostrado lo que también dijimos en estas páginas: que un Brexit blando redundará en un Reino Unido que pierde soberanía (al contrario de lo que prometían los mentirosos impulsores del no a Europa), sigue sujeto a las normas comunitarias durante mucho más tiempo del esperado pero sin voz ni voto en su definición, debe pagar una factura de 50.000 millones de euros, deja pendiente de un hilo los espinosos temas de la frontera irlandesa y del paraíso fiscal de Gibraltar (y sí, los documentos que ha logrado el Gobierno español sí tienen validez jurídica y dejan cualquier negociación futura en manos de Londres y Madrid, ya que Bruselas se quita de en medio, pues el Peñón ya no será un conflicto entre dos socios, sino entre un socio y un exsocio)… Por si todo esto fuera poco, como en el caso catalán, el Brexit ha generado un éxodo empresarial que quizás se acelere y que será difícil de revertir, incluso aunque llegara el Regrexit. Una profesional que acaba de volver de la City me confirma que los bancos continentales ya están repatriando profesionales a París, a Milán, a Madrid o a Fráncfort, y que en las entidades del Reino Unido no se contratan no británicos ni como becarios. M&G, la mayor gestora de fondos británica, anunció en noviembre que trasladaba la domiciliación de sus fondos (unos 34.000 millones de libras) desde Londres a Luxemburgo. Y es sólo un ejemplo entre muchos otros.

Porque si el Brexit duro es un auténtico suicidio para el Reino Des-Unido y su economía, el Brexit blando es una infección que puede prologarse años y dejar al país sumamente debilitado. “Nadie votó por ser más pobres”, rezaban algunas pancartas que leí el pasado mes de agosto en Londres. Y eran proclamas colgadas en las fachadas de empresas. Pero es así: seguir adelante con esta locura hará más pobres a los británicos, que incluso tendrán que cerrar empresas por falta de mano de obra inmigrante.

Pero aún nos queda la esperanza de este año nuevo: antes de que se culmine la salida británica el próximo 30 de marzo (con ese periodo transitorio que podría extenderse hasta el 1 de enero de 2021… ¡tres años de fiebre nada menos!), los británicos aún pueden dar marcha atrás. Y seguro que Europa aceptaría que retiraran la petición de salida. Porque, además, los 27 miembros de la Unión ya han sabido convertir el Brexit en una vacuna para cualquier otro país que sueñe con irse del club. Así que nada mejor que aplicársela también a la menguante Gran Bretaña antes de que su enfermedad se convierta en irreversible.

De Tierra a Mar

Porque además Europa y el mundo deberían poder olvidarse del inmaduro ignorante sentado en el Despacho Oval y de las mentiras del Brexit, para concentrarse en algo mucho más serio. Las autoridades medioambientales holandesas acaban de comprobar que los Países Bajos (por algo se llaman así) se hunden a un ritmo de cinco milímetros anuales y pueden ser medio metro más bajos que ahora dentro de cincuenta años. Al otro lado del continente, Venecia pronto será solo visitable en barca, como crecientes zonas de Europa cada vez que los cada vez más frecuentes y espectaculares fenómenos tormentosos sigan anegando sitios en los que antes casi nunca llovía ni el mar asaltaba los paseos marítimos o hasta los balcones de los edificios en primera línea de playa (como vimos hace poco en Canarias).

En efecto: pese a negacionistas como el famoso primo de Rajoy o como el propio Trump (y sus estúpidas políticas medioambientales mientras California se quema cada año un poco más y los huracanes arrasan una y otra vez las costas USA), el cambio climático es una realidad. La Comisión Europea acaba de fijar para el 2050 la fecha límite para acabar con la era de los combustibles fósiles y lograr que terminen las emisiones de efecto invernadero. Un reciente informe del Centro Común de Investigación (JRC en sus siglas inglesas, organismo asesor científico de la Unión Europea) subraya que la Unión Europea perderá a finales de este siglo un 1,9 por ciento de su PIB (es decir, una pérdida anual de 240.000 millones de euros) si el calentamiento global en esas fecha supera los tres grados centígrados.

Hay que acelerar, sin duda, en la lucha contra el cambio climático, pero buscando alternativas incluso más allá del coche eléctrico. Acabo de leer en un documentado informe que no hay litio suficiente en el mundo para fabricar las baterías que necesitaría un parque mundial de coches eléctricos (les copio el enlace para que no se lo pierdan: https://www.facebook.com/marcos.chaos/posts/10157314023859252). Así que habría que hacer menos propaganda política contra el diésel y la gasolina, conscientes de que llevará años, al menos hasta 2050, arrinconarlos del todo, pero sabiendo que la ciencia y la tecnología deben buscar alternativas no sólo eléctricas. La revista “Nature” acaba de publicar que un pequeño avión ha logrado volar sin hélices ni combustible, propulsado por lo que se llama vientos iónicos, gracias a un avance desarrollado por científicos del Instituto de Tecnología de Massachussets (el famoso MIT). Propulsión iónica, reactores de plasma antimateria o incluso aprovechamiento no contaminante de los combustibles fósiles… ¿Por qué no, cuando vemos que los vehículos actuales de gasóleo ya contaminan la mitad que los de hace unos años? ¿Quién que no fuera Julio Verne pudo soñar hace cien años con volar a la Luna o a Marte? Tenemos aún tiempo, al menos hasta 2050, pero 2019 sería un buen año para comenzar a tomárnoslo por fin en serio, porque si nos cargamos este planeta, creo que aún necesitaremos muchas décadas para encontrar otro Mar (perdón, otra Tierra) tan habitable y, pese a todo, tan maravilloso como éste.

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